Compost (2013)

Víctor Quezada

Flor de cerezo





Qué significa, finalmente, emprender la fuga?
Si alguna vez escribí, todo ese asunto se trató de suge-
rir que estuve a salvo, de decir “estoy solo, aquí,
ahora, protegido”. Más allá de eso no he dicho
nada.
La literatura es quizás de los cobardes. O de
aquellos que regresan.

*

Tenía pensado contarte una historia. En 1980 un
inmigrante japonés plantó un cerezo en la Av. San
Isidro, cerca de la General Paz, el fin del mundo
conocido. Me pareció interesante esa historia: el cerezo,
árbol del samurái; la flor del cerezo, gotas de su san-
gre inútil.
Imaginé al japonés cavando la tierra en la Argen-
tina dictatorial para plantar un árbol. Imaginé
al japonés sentado bajo su sombra para sentir-
se más cerca de casa, para dejar de ser un
extranjero.

*

Pero no era esa la historia que quería contarte, la
historia se trataba de mi visita al cerezo, de cómo
replicaría yo los gestos del japonés, sentado bajo su
sombra viendo caer las flores, entregadas a
mi certeza sensorial… No pude encontrar el árbol.

Lo siento, mi manuscrita es pudorosa, así como
mi voz es pudorosa. Nos vemos pronto.